domingo, 21 de febrero de 2016

La Saga sigue viva

Por fin llegó mi momento. Tantos años esperando la oportunidad y ahora padre me la ha dado. No puedo fallar.
Son las 5.20 de la madrugada. Debo de darme mucha prisa, en breve estará amaneciendo y si esto ocurre no lo habré conseguido.
Miro a derecha e izquierda, no hay nadie. Salgo corriendo por la acera, pegado a la pared evitaré las luces de los focos de la calle. Tengo que estar cerca de las zonas oscuras. Nadie puede verme.
Noto que me falta el aliento, la tensión es máxima, pero sé que puedo hacerlo.
Mi bisabuelo lo hizo, mi abuelo también, padre me ha enseñado y ahora es mi turno.
Un poco más y llegaré al portal 31.
De pronto veo que se abre la puerta del portal 31. Me paro en seco y me quedo quieto. Sale un tipo alto y de dirige hacia mí.
Maldita sea, si me detecta estoy perdido.
Me quedo inquieto, inmóvil, callado, casi sin respirar.
Pasa a dos metros de mí y ni siquiera me ve. Genial.
Ahora es el momento, salgo corriendo antes de que se cierre la puerta y me cuelo por ella. Todo va bien.
Subo las escaleras y me planto frente a la puerta del segundo izquierda. Está cerrada con doble llave. Imposible entrar. Son las 5.40, la cosa se complica.
Veo que la ventana del patio central está abierta. Con mucho cuidado me encaramo a ella y salto hasta la galería. Ahora sí estoy dentro de casa.
Bien, ahora dirección a la habitación y con mucho sigilo abro la puerta medio entornada. Está allí, justo allí. Me acerco hasta ella, remuevo el cojín y encuentro el tesoro. Saco de mi mochila una moneda de oro y la deposito en lugar del diente de leche.
Son las 6:00 y he conseguido superar mi reto. La saga Pérez sigue viva.



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