miércoles, 7 de marzo de 2012

San Quirico o qué fácil es dar quicos a cuatro pesetas

Me cae bien Leopoldo Abadía. Es de esas personas que seguro le caen bien a la mayoría. Leo de vez en cuando algún artículo que escribe en el Abrazo del Koala. Siempre son artículos accesibles, cercanos a los pobres de conocimiento en economía. Muchas veces dice verdades como puños, otras me da que pensar y algunas me hace recordar a otro personaje muy similar a él con el que tuve el "desplacer" de trabajar.
Esta persona tiene la virtud de ofrecer candida sencillez a los problemas laborales que uno encuentra, tanta sencillez que consiguió obnubilarme por completo. Creía tanto en sus palabras que así me fue, despedido de mi empresa.
Quiero decir con todo esto, que la sencillez vestida de sonrisa no es más que eso "sencillez vacía". Que es muy sencillo ofrecer respuestas a problemas desde la otananza, pero que mojarse los pies o ensuciarselos de barro, eso ya no gusta tanto al gurú de lo sencillo. (No quiero decir que Leopoldo sea un gurú de lo sencillo, sino que el personaje que conocí si que lo era).
Así que hay que respetar la sencillez cuando esta viene vestida de sonrisa, dulzura y propuestas de mejora atadas a un rosario. Que si el tipo es del Opus, ojo que cuando pueda te rebanará la cabeza (profesionalmente digo) y después te dirá que eso es bueno y la vida traerá nuevas oportunidades. (Son poco listos los tipos estos que matan profesionalmente y rezan al mismo tiempo).
Que la dulzura se vende al mejor postor y que nunca dieron quicos a cuatro pesetas sea en San Quirico o en Cheste.

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