Allí estaba sentado sin mediar palabra. La cabeza agachada, los brazos apoyados en las abrazaderas de la mecedora.
A su lado una pared revestida de pintura blanca ya antigua que tiende al amarillo y con brotes negros de humedad. Allí, justo allí el inconfundible espectro de la incomodidad hecha realidad.
El sigue quieto con la cabeza agachada. Ella, se va haciendo grande por momentos. Va creciendo y con mala intención absorbe la ignorancia de él.
La incomodidad se va pertrechando de herramientas, ahora un recorte, después otro, mañana reduzco el salario, el miedo es su gran arma.
Él sigue inmóvil y la habitación se hace fría. La humedad ya lo envuelve todo. Ella sigue creciendo. Él dejó de existir hace ya mucho tiempo.
Hoy he salido a la calle y he visto muchos hombres sentados en mecedoras con la cabeza agachada, pero al girar la esquina he visto a niños cargados con sonrisas. He visto a niños que crean e imaginan, que se vuelven nieve en el verano y se envuelven en las estrellas sin llegar a ellas. Hoy he visto esperanza de la de verdad. Hoy he visto a un niño mecer una mecedora que estaba quieta. Luego ha jugado con ella como si un barco navegara por el océano de asfalto de mi calle.
Miedo, quién dijo miedo¡¡¡
Como echaba de menos estas bellas letras que solo tú sabes plasmar, en este caso, en la pantalla. Me vuelve la suave brisa de mi amado mar, sentado a tu lado observando como el barco de la libertad venía y se iba sin nosotros. Pero ahora que lo recuerdo con nostalgia creo que en el fondo no queríamos embarcarnos en ese barco. Finalmente se nos llevó y descubrimos que efectivamente "Libertad" era solo el nombre del barco, su significado era algo muy distinto.
ResponderEliminarCon tus palabras vuelve ese barco a mi vera, esta vez sé lo que trae y lo saboreo con todo mi ser.
Gracias por invitarme en este crucero que espero que se largo y hermoso, no obstante al lado de mi Guinness te debatiré de vez en cuando como en aquella taberna de antaño.
Te quiero amigo.